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El alcoholismo como problema de salud pública en Colombia

Por Ivyn Ramírez,1103

Las sustancias psicoactivas son aquellas que al ser ingeridas, provocan en el organismo consumidor alteraciones comportamentales a corto plazo y cambios físicos en un periodo de tiempo más prolongado. De esta manera, el alcohol, pertenece a las sustancias psicoactivas de carácter depresor, que se caracterizan por inhibir progresivamente las funciones del sistema nervioso central (Diaz, 2010) además, luego de un consumo prolongado y excesivo, incluso que se pueda diagnosticar como alcoholismo, da como resultado una serie de patologías que pueden llegar a deteriorar considerablemente la calidad de vida del consumidor, o incluso llevarlo hasta la muerte. Ahora bien, estudios han logrado determinar, que las consecuencias que el consumo de alcohol acarrea, varían de acuerdo al sexo, peso corporal, velocidad de su ingestión, tamaño de dosis, entre otros factores (Mendez, 2015).

Las consecuencias de la ingesta excesiva de alcohol pueden ser expuestas y comprendidas de manera más universal ya que obedecen a respuestas fisiológicas de los seres humanos en general, que aunque con variables siempre han de responder a un patrón, por el contrario las causas de lo que se conoce como alcoholismo son tan variadas y específicas, que se vuelve casi indispensable realizar un estudio específico por cada caso para distinguir las causas reales de la enfermedad. Para empezar, es necesario mencionar, que el alcoholismo se diagnostica como patología no por el consumo excesivo de alcohol por un tiempo prolongado  (aunque constituye una de sus características) si no por que el consumidor genera una dependencia al mismo. Esta condición aumenta considerablemente el riesgo de muerte como consecuencia de enfermedades en el hígado, cáncer, depresión, accidentes, entre otros. Así pues, dentro de los factores de riesgo para padecer de la condición se pueden resaltar tres: herencia, factores psicológicos y el contexto social.

Estudios estadísticos han demostrado que las personas que tienen lazos familiares con personas que han sido diagnosticadas con algún trastorno de adicción a sustancias psicoactivas son más propensas desarrollarlas de la misma manera. Anteriormente se creía, que este patrón estaba más relacionado con la educación que se recibía, por el contrario, se ha  demostrado que el alcoholismo por ejemplo, efectivamente es un patrón genéticos heredable, que puede, al igual que todas las características genéticas, ser expresadas o no en la descendencia. (Comerico, 2017). Por otro lado, la estabilidad emocional es un factor determinante en la incidencia de la aparición de enfermedades asociadas al consumo de sustancias psicoactivas. Cuando dicha estabilidad es fácilmente quebrantable, la probabilidad de que se presente la patología aumenta proporcionalmente, por ejemplo, con sensaciones constantes de depresión, soledad, falta de aceptación, la ansiedad, entre otros, el consumidor encuentra en el alcohol la manera más asertiva de inhibir aquellas sensaciones que no generan bienestar. De esta manera, el contexto del consumidor empieza a asumir un rol trascendental en la aparición de casos de drogadicción o alcoholismo. Por nombrar algunos, condiciones familiares (baja cohesión familiar, poca comunicación, clima afectivo inadecuado), condiciones escolares (falta de integración escolar, consumo de drogas y/o alcohol en el ambiente escolar, desadaptación),  condiciones económicas (falta de oportunidades, libertad mal manejada), son factores micro sociales que influencian de maneras distintas para cada consumidor, el desarrollo de su enfermedad  (Madrid Salud).

Respecto al contexto social anteriormente expuesto se encuentra uno de los factores que más se acentúan en los casos de alcoholismo que se presentan en Colombia, ya que las condiciones sociales del país propician que principalmente los más jóvenes estén muy vulnerables a este tipo de enfermedad. Por ejemplo, en condiciones de pobreza extrema que se presentan constantemente en todo el país, las relaciones familiares y sociales presentan rupturas profundas. En las condiciones de vida, muchas veces precarias en las que se encuentran, la estabilidad emocional pasa a un segundo plano ya que condiciones que se suponen básicas en países desarrollados como la alimentación, el trabajo, la comida, la educación y la tranquilidad son escasas y por lo tanto las prioridades de las familias no son precisamente el cuidado emocional y afectivo de los más jóvenes. Por consecuencia, y como fue expuesto en el punto anterior, cuando estas relaciones afectivas son descuidadas generan potenciales consumidores que busquen por medio del alcohol inhibir esa falta de cuidado emocional además de las sensaciones de soledad y abandono que la misma pobreza genera.

Pese a la constante insistencia desde diferentes organizaciones sociales y políticas, otro factor, que acentúa los índices de alcoholismo en Colombia, es la falta de acceso a la educación orientada a estos temas. Dentro de los muchos vacíos que presenta el sistema educativo Colombiano, las cátedras sobre el abuso de sustancias, no han tenido la cobertura necesaria para toda la población, por lo cual ante la carencia de conocimiento adecuado y orientado hacia la prevención, se obtiene un abuso de las sustancias desde muy temprana edad, que termina desencadenando en muchos otros problemas sociales dentro de los cuales resalta la pobreza.

Por otra parte, el consumo desmedido del alcohol, viene determinado por tradiciones culturales y sociales de las cuales Colombia es un claro ejemplo. Según el Observatorio de drogas de Colombia “El alcohol ha estado presente en las tradiciones del pueblo colombiano a través de su historia, de tal forma, que los mismos Colombianos aún no lo consideran como una enfermedad aunque para el ministerio de salud, ya se ha convertido en un problema de salud pública de la mano con la drogadicción”. (Observatorio de drogas de Colombia, s.f.). En este punto, la cultura dentro de la cuál crezca cada persona determina las prácticas que realice, así pues, sobre la cultura colombiana, el consumo de alcohol desde temprana edad es en su mayoría normalizado y en muchos casos no se concibe el consumo excesivo del alcohol etílico como una actividad que pueda desencadenar por sí misma una enfermedad. Esto se puede entender, desde la facilidad en la comercialización del licor a lo largo de todo el país, y las pocas medidas restrictivas que hay para su consumo, entonces, resultan incompatibles las declaraciones que hace el estado desde el Ministerio de salud y las políticas sociales que se niega a implementar. Mientras, desde el estamento de salud perteneciente al estado en Colombia, se declara al alcoholismo como un problema de salud pública, esto porque ciertamente, está afectando a una parte importante de la población y su incidencia tiende a la alza, por otra parte él mismo no reglamenta estrategias para su prevención y tratamiento. Por ejemplo, para la recuperación de personas que padecen de alcoholismo, es necesario que sean sometidos en primera medida a tratamientos de desintoxicación y posteriormente una terapia conductual dónde se ataque la causa inicial de la enfermedad y se logre la recuperación integral del paciente, ahora bien, el sistema de salud Colombiano no cuenta con los recursos, ni con la cobertura suficiente para efectuar este procedimiento en los miles de casos que se presentan en el país y aún peor, los proyectos de ley que se intentan proyectar hacia un incremento en el presupuesto para el tratamiento de las personas que presentan este tipo de enfermedades en el país, son continuamente frenados o desaprobados.

Para concluir, es importante resaltar cómo el consumo desmedido de alcohol no puede entenderse sin analizar la dimensión social del consumidor, porque son precisamente las condiciones de vida dentro de las cuales se desarrollan las personas las que representan mayormente las causales para el inicio en el consumo. En Colombia, los factores sociales son aún más evidentes en su incidencia sobre los consumidores, tanto así que estamentos legales ya han declarado al alcoholismo como un problema de salud pública en el país, sin embargo, las políticas dentro de las cuales el acceso a la educación y la salud deben ser fundamentales, no son suficientemente contundentes ni efectivas para contrarrestar la problemática, es decir, no basta solamente con concebir el problema (aunque innegablemente sea necesario) es aún más importante empezar a actuar frente a él y para esto la firmeza del estado y el compromiso para con la población del que carecemos en Colombia, debe hacerse presente.

Referencias

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